lunes, 7 de abril de 2014

"Un proyecto memorable": "O camiño dos arrieiros"

Una tarde de septiembre, un docente gallego tuvo la idea de estudiar con el alumnado un camino que no fuese el camino de Santiago.Quería investigar una ruta diferente. La vía jacobea estaba ya muy vista y además tenía una connotación religiosa que no le gustaba, siempre le pareció que en estos tiempos más laicos la Iglesia aprovechaba cualquier oportunidad para hacerse publicidad. Se enteró por una compañera de claustro que muy cerca del centro pasaba un camino real por el que los arrieros transportaban el vino desde la villa de Ribadavia hasta Pontevedra y no se lo pensó dos veces. La idea de trabajar con su alumnado en una ruta desconocida para muchos de ellos, cercana e igualmente cargada de historia le sedujo muchísimo. A medida que iba preparando los materiales de consulta e investigación para sus chicos y chicas comprendía que un camino es una vía de tránsito para mercancías y personas, pero era mucho más que eso. De repente se vio envuelto en la necesidad de explicar la importancia del vino como producto de exportación y comercio, en el posible trazado de la ruta, olvidada por el paso del tiempo, en el oficio de arriero, en la memoria colectiva de un pueblo que basaba la comunicación en la transmisión oral, en el desarrollo urbano de Pontevedra. Cada cuestión le destapaba otras hasta que también se percató que podría aprovechar el camino para explicar el patrimonio natural y cultural de la vía. Cada descubrimiento y cada posibilidad le creaba muchísima ansiedad porque sabía que tenía un pequeño filón a explotar y temía no saber aprovecharlo. De repente, el temario oficial le parecía enormemente aburrido. Su investigación era mucho más rica y variada en temas, en emociones. Se dio cuenta que la mezcla que ofrece la realidad de las cosas es mucho más viva y atractiva que los escleróticos libros de texto. La tarea no podría hacerla en solitario, quería compartir ese tesoro educativo con otros compañeros y compañeras, lo explicó y se le unieron más docentes que veían aún más posibilidades. Los profes de lengua querían recoger los testimonios orales, los términos usados en el oficio de arriero, la toponimia. En ese empeño preguntaron al alumnado si conocían algún caso de arriero en la familia y un chico comentó que su abuelo había hecho esa ruta en el pasado. Ya tenían la memoria viva, le entrevistaron con la ayuda del nieto, comprendiendo entonces la importancia del diálogo intergeneracional y esa grabación quedará para siempre en los anales de la vida del centro, pero también la guardarán sus familiares porque el bueno del señor decidió abandonar este mundo muy poco tiempo después. Las emociones fueron tantas que la historia del camino de los arrieros dio para mucho en aquel centro educativo, fue el proyecto dentro de los proyectos, hasta la vida fuera del instituto durante muchos años giró en torno al conocimiento de esa vía, los lugares por los que pasaban aquellas personas con sus mulas, sus historias, sus pequeños tesoros patrimoniales olvidados.... Sus saberes los compartieron con autoridades y agentes de desarrollo local, catapultando al centro en su entorno al punto que quizás en un futuro no muy lejano al lado de la ruta jacobea aparezca esta otra laica, festiva, vinícola y hermosa entre Ribadavia y Pontevedra. Toda esta historia sirva de homenaje al señor Antonio, uno de los últimos arrieros en recorrer ese camino.
"Polos camiños do sr. Antonio". Vídeo para Ponte nas Ondas.

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