martes, 12 de noviembre de 2019

Reflexión sobre las inteligencias múltiples

A lo largo de mi carrera como docente me he encontrado con alumnos con talento extraordinario,  muy definido en campos concretos, y no siempre fue fácil que pusieran interés en lo que tu le ofrecías porque estaban muy orientados hacia sus destrezas. Siempre me pareció que era una pena que se sintieran disgustados en el sistema porque este no les estimulaba convenientemente. También debo decir que esa excesiva inclinación hacia un campo concreto acaba por ser una limitación que ponía en peligro su continuidad a estudios superiores donde podrían, por fin, especializarse en sus habilidades.

Desde esta experiencia docente, es obvio que hay que adaptar la oferta educativa a lo que tienes delante en clase, pero también tengo que dejar claro que esto no debe significar un cheque en blanco para que puedan hacer lo que les viene en gana porque estaríamos creando unos tiranos caprichosos con una habilidad muy desarrollada y una carencia evidente en otras competencias tan importantes como la que se convierte en su obsesión. De que sirve un músico extraordinario si no tiene habilidades interpersonales ni es empático?

Todo esto debe servir de toma de conciencia de la diversidad enorme que hay en el aula y la necesidad de enfrentarnos a la misma con imaginación y creatividad.

Combinar las inteligencias múltiples con la taxonomía de Bloom es una herramienta que ofrece muchas posibilidades que puede ayudarnos a pensar acciones de todo tipo con una finalidad concreta y buscada. Me parece muy potente, sobre todo en mi materia de Geografía e Historia, donde la creación de webquest son frecuentes. Permitiría crear actividades con finalidades diversas y abiertas a esa riqueza de personalidades que hay en un aula.
Finalizo este artículo diciendo que la escuela tiene que cambiar en todos los aspectos: su mobiliario, la ordenación de la clase, el modo de trabajar en el aula, los contenidos... Hay que buscar un modo de proporcionar al alumnado un aprendizaje profundo, sin prisas, con menos temas, con asuntos que puedan ser trabajados desde diferentes ópticas, vinculados a la realidad del alumno, que despierten su curiosidad, que finalicen en un producto que deba ser mostrado al resto de la comunidad educativa, que perduren en la memoria del estudiante.
Con planes de estudio como los actuales, con una aplicación de las competencias y los estándares de forma mecánica no hay posibilidad alguna de cambio. Siento ser un tanto pesimista. Falta valentía para hacer una transformación profunda en la escuela.

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